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Nadie sabe con certeza qué significa exactamente la palabra "tarallo" y de dónde viene. Para muchos, el origen del nombre se encuentra en el término latino "torrère", que significa "tostada", debido a su aspecto crujiente y ligeramente marrón. Según otros, en cambio podría derivar del término itálico "tar", que significa envolver, o del francés "danal", que se refiere al pan redondo, para indicar la forma típicamente redondeada. También del francés, algunos lo remontan al francés "toral", que significa "secadero". De todas estas hipótesis, la que actualmente se considera más probable es otra, que haría que tarallo provenga del griego "daratos", que traducido significa "especie de pan", dado que todavía es un producto panificable.

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Taralli: aceite de oliva, cúrcuma y pimiento, guindilla y pimentón, aceitunas y pimientos, cebolla, sémola integral, cereales, trigo tostado (trigo quemado)

Más allá del significado del nombre, ¿cuándo se remonta esta antigua receta, que hoy se ha vuelto muy famosa, y mucho más allá de las fronteras de su región de origen? Parece que para conocer por primera vez esta especialidad de Apulia, es necesario remontarse al siglo XV, un período en el que las regiones del sur se enfrentaban a un severo período de hambruna. Según la leyenda, el mérito de haber amasado el primer tarallo de la historia es para una madre y la imperiosa necesidad de alimentar a sus hijos. De hecho, al no tener nada en la despensa más que harina, aceite de oliva, sal y vino blanco, decidió juntarlos todos para crear una masa, luego aplanar y separar en finas tiras cerradas "en un anillo" que, una vez leudadas, se metieron en el horno. No hace falta decir que el resultado fue absolutamente sorprendente y que, a partir de ese momento, la receta de los primeros taralli, nacido como expediente para llenar la barriga en un momento de penuria, recorrió todas las casas, marcando el territorio de Apulia, para siempre. Así, muchas amas de casa comenzaron a prepararlos engrasando las primeras tielle (las sartenes) y luego yendo a cocinarlas en los hornos comunes del pueblo. En poco tiempo, un alimento elaborado con ingredientes caseros de "emergencia" se convierte en un horneado, producido en masa a un precio muy bajo y, por tanto, vendido a cualquier persona.

Poco a poco, estos pequeños anillos comenzaron a consumirse como acompañamiento de las comidas principales, convirtiéndose en el símbolo de momentos de convivencia en familia o con invitados. No es casual, por tanto, que sean los protagonistas de un famoso dicho sobre la comida: “acabar con taralli y vino” indica esta antigua costumbre de la tradición campesina de ofrecer tarallucci y vino a los invitados como signo de amistad.

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